Nuestra Relación Con El Mundo

                                                                                                      2 Corintios 6.14 – 7:1
No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, Y seré su Dios, Y ellos serán mi pueblo. Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré, Y seré para vosotros por Padre, Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso. Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.

INTRODUCCIÓN: Todos vivimos en el mundo y estamos rodeados de personas y de situaciones que afectan positivamente o negativamente nuestras vidas. Las personas creyentes en Jesucristo, manifiestan su fe al mundo, aplicando un código de conducta diferente al de las demás personas que viven sin Dios. Muchas de las veces, las personas no creyentes, hacen cosas o dicen cosas que no agradan a Dios; y no podemos, ni debemos participar con ellos en tales prácticas, pues el mandamiento es que nos limpiemos constantemente de toda impureza de espíritu. En esta oportunidad, el apóstol Pablo, les aconseja a los hermanos en Corinto y les dice que es necesario santificarse y vivir para Dios.

                                                                                  NO UNIRSE EN YUGO DESIGUAL
En la vida diaria, todos llevamos un yugo, es decir una carga, con la cual tenemos que lidiar todo el tiempo, pero la carga se puede volver liviana, cuando ese yugo es compartido, y es un yugo igual, es decir comparten las mismas cosas, la misma fe, los mismos principios; el mundo incrédulo, lleva su yugo y sus cargas, los creyentes en Cristo, llevan otro yugo con cargas diferentes. El consejo de Jesús es que llevemos su yugo, para hallar descanso para nuestras almas, lo cual podemos leer de la siguiente manera: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” Mateo 11.28-30

Hay una carga que siempre vamos a llevar en este mundo, pero nosotros decidimos cómo y con quién; pues el creyente tiene un conjunto de reglas o normas del buen vivir delante de Dios, y de conducirse en el mundo, distintas a las del incrédulo. Sería interesante tratar de respondernos, a qué se refiere la Escritura cuando dice: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos”. ¿Qué es unirse a alguien? ¿Quién es un incrédulo? ¿Cuál es su código de conducta? ¿Es el incrédulo una persona espiritual? ¿Cuáles son sus principios? Obviamente el creyente reside en el reino de la luz y es portador de la luz de Dios; el incrédulo por otra parte vive en el mundo de las tinieblas, cuyo rey no es Dios, ni el Hijo de Dios; entonces es un excelente consejo el que se nos da al decir: No se unan en yugo desigual con los incrédulos.

No se debe hacer alianzas de ningún tipo con los incrédulos, porque en su incredulidad, desviará el corazón del creyente, de su Dios y estará expuesto. El verdadero creyente no tiene parte en común con el incrédulo. Desde los tiempos antiguos Éxodo 34.12, 15. Dios nos advirtió de estas cosas diciendo: ¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo? Amós 3.3

No puede haber acuerdo entre el templo de Dios y los ídolos. 1 Corintios 3.16 “Somos templo de Dios…” El incrédulo por su parte, no es templo de Dios, por lo cual no hay fe, ni temor de Dios en su vida. Por lo que también Dios nos dice: “Apartaos, apartaos, salid de ahí, no toquéis cosa inmunda; salid de en medio de ella; purificaos los que lleváis los utensilios de Jehová”. Isaías 52.11

                                                             EL CREYENTE NO TIENE PARTE CON EL INCRÉDULO
Los valores del creyente, no son compartidos por el incrédulo; pues uno cree en Dios y le obedece y el otro no, uno es salvo y el otro no, y el salvo pone en peligro su condición delante de Dios de salvo, al unirse en proyectos de vida con el incrédulo. Es tratar de unir algo que no se debe en esas condiciones. Más si el incrédulo, voluntariamente se hiciere creyente, con el único interés de salvar su alma y de restituir su condición con Dios, entonces tendrá la misma fe, la misma esperanza y habrá más libertad de emprender proyectos de unión y alianzas juntos, porque caminan por el sendero de la luz. Más si el incrédulo persistiere en su incredulidad, lo más prudente según Dios, es no hacer alianzas de ningún tipo con ellos, pues sus intereses siempre van a responder a aquél a quien sirven. Véase 1 Juan 5.19

CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN

Así que para que Dios nos reciba y seamos sus hijos, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad, en el temor de Dios. ¡Si usted siente que Dios ha llegado a su vida y que está tocando a la puerta de su corazón, no dude en atender su llamado, pues Dios quiere salvarlo, porque le ama! Este mensaje ha sido preparado para usted que busca en Dios y permanece en él. ¡Quiera Dios bendecirle siempre! Amén.

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