Isaías 1:2 – 6
Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí. El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento. ¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos depravados! Dejaron a Jehová, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron atrás. ¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite.
INTRODUCCIÓN
La visión del profeta Isaías sobre el pueblo de Dios, fue una visión muy crítica, de un pueblo rebelde contra Dios, pues su anhelo era vivir y volver al pecado; las personas que vivimos en esta tierra nuestro día a día, ignoramos a Dios y no lo hacemos parte de nosotros, hasta que nos vemos lastimados, golpeados, perseguidos, etc. Por nuestros errores, que nos cobran con creces las cosas. Y como dice la escritura: “huye el impío sin que nadie lo persiga” Proverbios 28.1. El consejo de Dios, sigue siendo: “Mas el que me oyere, habitará confiadamente y vivirá tranquilo, sin temor del mal” Proverbios 1.33 y Jesús enseñaba diciendo: “El que tiene oídos para oír, que oiga” Marcos 13.43
Dios nos habla a través del profeta Isaías y nos dice lo bueno que ha sido con nosotros; al engrandecernos y darnos sus bendiciones sin límites; pero que como respuesta a esa acción, los seres humanos decidimos darle la espalda a Dios, rebelándonos en su contra, haciendo las cosas que a él no le agradan; llevando una vida desagradable ante sus ojos!
Hace asimismo una comparación con los animales y dice que el buey, que es un animal de carga, que es castigado para que obedezca y haga el trabajo duro; y que recibe al final como recompensa una muerte certera, se nos dice que el buey conoce a su dueño; pero que el pueblo de Dios ha perdido ese nivel de conocimiento; porque incluso el asno conoce el pesebre del que le da de comer.
En la palabra de Dios se nos enseña que una persona, tiene una “preciosa alma” y es tan preciada que es galardón que espera obtener el cazador de almas, cuyos dardos de fuego son lanzados con furia sobre nosotros; y para aquellos que en algún momento hemos caído en desgracia, sabemos lo que se siente, el estar herido de muerte por el pecado. Se nos dice que aún “la preciosa alma del varón puede ser cazada y convertido así en un bocado de pan” Proverbios 6.26
Se nos habla también de un pueblo cargado de maldad, de una generación de malignos, de hijos depravados que decidieron dejar a Dios, provocaron el enojo del Santo de Israel, se volvieron atrás. ¡Ya no les interesó nada! Y quisieron vivir su propia vida lejos de la voluntad de Dios.
Dos preguntas se le hacen al pueblo de Dios: ¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelareis? Es una advertencia, que sabiendo que nos va a ir mal por ese camino que hayamos seleccionado y que no es de Dios, y que el castigo viene sobre nosotros. La segunda pregunta retórica se refiere a que establezcamos si aceptamos un reto, es decir, si aun conociendo las consecuencias; nos rebelaremos poniéndonos en contra de la voluntad de Dios.
Dios nos hace ver aquí también nuestra condición; de que somos carne; y como tal estamos expuestos a todo. Y nos dice: Toda cabeza está enferma y todo corazón doliente, no hay en él (cuerpo) (ser) cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga, pues no están curadas, ni suavizadas sus heridas con aceite. Cuando una persona llega a Dios, golpeada por la vida, Dios la recoge cual pastor a una oveja, la cuida, la sustenta y la cura; esperando que se muestre agradecida.
Lamentablemente la humanidad se destruye a sí misma, y el pueblo se consume en su propio mal; y son miles de almas que son cazadas diariamente y son reducidas a nada, pero Dios que es fiel nos da una promesa en forma de advertencia diciendo:
Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra; si no quisiereis y fuereis rebeldes, seréis consumidos a espada; porque la boca de Jehová lo ha dicho. Isaías 1.19 – 20
Las consecuencias podrían ser desastrosas, sin embargo si oímos a Dios y su consejo, comeremos el bien de la tierra! Y estaremos seguros y en paz.
Quiera Dios bendecirle grandemente y le invitamos a que busque de Dios, y que se congregue con nosotros en las Iglesias de Cristo.
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