INTRODUCCIÓN
La monarquía hebrea no comienza con reyes terrenales de carne y hueso como se podría creer, sino que Dios mismo se muestra como rey sobre su pueblo; es decir una teocracia, que le permitió al pueblo judío depositar toda su confianza y esperanza en Dios. En el AT leemos:
- “Jehová es Rey eternamente y para siempre; De su tierra han perecido las naciones” Salmos 106.10
- “Porque Jehová el Altísimo es temible; Rey grande sobre toda la tierra” Salmos 47.2
- “Porque Jehová es nuestro juez, Jehová es nuestro legislador, Jehová es nuestro Rey; él mismo nos salvará”. Isaías 33.22
Más tarde, Dios dio su aprobación para la instauración del reino de Israel, e hizo también grandes promesas a David, pero éste llamaba a Dios su rey diciendo:
“Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío porque a ti oraré” Salmos_5:2.
Después del exilio, la esperanza de Israel se centraba en la restauración del reino. Los profetas anunciaban: “Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces” (Isa_11:1). De manera que se esperaba la llegada del Mesías para inaugurar una época en la cual volvería la gloria del reino israelita. En aquel día, la “hija de Sion” se regocijará, porque se le dirá:
“Jehová ha apartado tus juicios, ha echado fuera tus enemigos; Jehová es Rey de Israel en medio de ti; nunca más verás el mal” Sofonías 3.15
Cuando Israel pidió un rey humano, Dios dijo lo siguiente: “Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos” 1 Samuel 8.7
Pero en el plan de Dios estaba instaurar un reino que duraría para siempre, cuyo rey no moriría, pues sería eterno, poseedor de todos los dones de Dios el rey del universo sería instaurado y nada lo podría detener; en La Biblia leemos:
“Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones” Isaías 2.2
“Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría. El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos. El revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz” Daniel 2.20 – 22
“Y en los días de estos reyes (los reyes romanos) el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre” Daniel 2.44
En el Nuevo Testamento Jesús le dice a Simón Pedro: Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos” Mateo 16.18 – 19
Juan el Bautista predicaba diciendo: “… arrepentíos porque el reino de los cielos se ha acercado” Mateo 3.2
El aspecto que tenía necesariamente que presentarse era el asunto de la dimensión escatológica del reino de Dios y su realización en el momento actual. “Preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros” (Lucas_17:20-21). El rey eterno Jesús estaba entre ellos.
De manera que con la encarnación del Hijo de Dios, había llegado el reino, pero, al mismo tiempo, se habla de él en una dimensión futura. Es algo que está por llegar. El mismo Señor dijo: “… porque os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga” (Luc_22:18). El reino de Dios es escatología en proceso actual de realización.
La mayoría de las personas no creyentes esperaban un reino material como cualquiera de los reinos humanos, pero el reino de Dios va más allá de eso; pues es la esperanza futura de un bienestar espiritual después de la vida terrenal, pero se puede garantizar la permanencia a ese reino, siendo trasladados por el mismo Jesucristo a esa esperanza para todos los fieles.
“Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados” Colosenses 1.12 – 14
Cuando el apóstol Pablo le escribe a Timoteo le hace ver que Jesús es el rey eterno, el rey de reyes y Señor de señores, en quien habita toda la plenitud de Dios Padre y a quien se le ha dado toda la autoridad sobre la creación terrenal y la celestial (compárese Mt. 28.18)
“Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén” 1 Timoteo 1.17
“Te mando delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que dio testimonio de la buena profesión delante de Poncio Pilato, que guardes el mandamiento sin mácula ni reprensión, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo, la cual a su tiempo mostrará el bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores, el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén” 1 Timoteo 6.13 – 16
“Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES” Apocalipsis 19.16
¡Que Dios bendiga sus vidas rica y abundantemente!
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