Filipenses 2.3 – 4
INTRODUCCIÓN
Las griterías, las maledicencias, las ofensas hacia las demás personas (Colosenses 3.5-17); no es algo agradable para quien la sufre o la tiene que soportar; pues es una práctica común de la gente que vive sin Dios en su corazón, pues su mente está ocupada por cosas, palabras o conceptos que se oponen a la vida de Dios y de sus hijos. Si una persona siendo cristiana, tolera o practica esta forma de conducta o de conducirse, se puede decir que no ha conocido a Dios como se debe; pues a veces, la vanidad de la mente nos hace creer, que podemos actuar así en contra de las demás personas, solo porque son diferentes a nosotros o porque no profesan la fe que tenemos nosotros; dicha forma de pensar se sale de todo contexto de la vida cristiana. Pues en ella se nos insta a reflejar a Cristo en nosotros; pues Dios nos llama para ser personas pacificas, honestas, amables, llenas de virtud, porque Dios quiso que en nosotros morase todo bien; y que al hacer las cosas, Cristo se manifestara en las vidas de nosotros. Y que la gente pudiese dar un buen testimonio de nosotros, porque ve algo de Dios en nuestras vidas.
El apóstol Pablo aconsejando a la iglesia de Cristo en Filipos, le enseña cómo debe hacer las cosas, para ser agradables siempre y sentir alegría, una misma cosa.
LA ESTIMACIÓN A LOS DEMÁS
Se nos enseña que debemos tratar a los demás como superiores a nosotros mismos; es triste que personas que se acreditan como cristianos/as, menosprecian a los demás por su condición y los tratan mal; incluso a sus propios miembros de su grupo familiar cercano (esposos/as, madres, padres, etc.) es triste, sin embargo haríamos bien en considerar los valores con los que Dios nos indica debemos tratar a las demás personas; con respeto, amor, amabilidad, y todo precioso don celestial que se nos haya confiado.
En 2 Timoteo 2.24 – 25 leemos: “Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él.”
Recordamos aquí que la religión pura delante de Dios es la que se practica con los hechos, no la que se dice con la boca, pues de nada sirve la espiritualidad si la decimos con palabras y con nuestros hechos la destruimos. Se nos pide amar al prójimo siempre y tratar a la gente, como quisiéramos ser tratados nosotros.
En Mateo 7.12 leemos: “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.”
De esta manera nos tratamos todos como hermanos, como partes de algo especial; como hermanos y herederos de las promesas Dios.
En Romanos 12.10 leemos: “El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros.”
DEBERES HACIA LOS DEMÁS
Un hermoso mensaje encontramos por parte del apóstol Pablo en su primera carta a Timoteo donde se narra de una forma concisa, lo que debemos hacer tanto con nuestros hermanos, hermanas, ancianos/as, amistades, etc. Todos deben ser tratados con una misma regla, no trate mejor al extraño que al hermano, no trate distinto al amigo que a un familiar, pues haciendo bien las cosas, seremos congruentes con la fe que profesamos.
En nuestro trato hacia las demás personas Dios nos pide a través de la Biblia considerar:
No reprender al anciano, sino exhortarle como se aconseja a un padre, no debemos ser groseros con los ancianitos, solo porque en algunas cosas ellos ya no pueden valerse por sí mismos.
En Levítico 19.32 leemos: “Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano, y de tu Dios tendrás temor. Yo Jehová.” Véase Proverbios 20.29 (La hermosura del anciano)
A los/las jóvenes, se les debe exhortar como a hermanos/as, a las ancianas como a madres; teniendo como base el amor y el temor de Dios, pues concluiremos con el siguiente mensaje de parte de Dios.
“Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad. Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo.” Filipenses 2.12 – 15
Que por medio de estos mensajes que tú lees, Dios te de conocimiento de las cosas, para saber vivir y apreciar su voluntad en esta tierra, en la que nos ha permitido estar. Si deseas compartir la fe con nosotros, te invitamos a que busques a Dios, que le recibas en tu corazón y que te bautices para el perdón de tus pecados y seas salvo del día de la ira de Dios y seas contado con los justificados.
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