“Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios y si alguno ministra ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén”. 1 Pedro, 4:11
En aquél tiempo, caminaba Jesús con sus discípulos y viniendo a la región de Cesárea de Filipo, preguntó a sus discípulos diciendo: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo Del Hombre?” Ellos dijeron: Unos, Juan El Bautista; otros, Elías; y otros Jeremías, o alguno de los profetas. Él les dijo: Y ustedes ¿Quién dicen que soy yo?
Respondiendo Simón Pedro, dijo: “Tú eres el Cristo, el hijo del Dios Viviente”. Entonces le respondió Jesús: “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre está roca edificaré MI IGLESIA, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella…”Mateo, 16:13-18 (Versión Reina Valera)
En la Biblia podríamos aprender mucho, si dejamos que Dios hable a nuestros corazones, Pero el hombre es tan egoísta hasta consigo mismo, tanto así que se niega a reconocer la verdad de Dios dada a conocer por medio de las Escrituras. Jesucristo dijo: “Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”, El problema del hombre es que no quiere ser libre; En esta parte hablamos sobre lo importante que es conocer las cosas por su nombre, ya que ello depende la utilidad que nosotros les demos a los objetos; así reconoce usted que una silla, es una silla y descubre su utilidad; si no supiera como se llama, posiblemente jamás supiera para que sirve.
La Iglesia está en el mundo, no por voluntad humana, sino por voluntad divina; Y eso es algo que ninguno puede negar, que todo fue y es conforme a un propósito divino, pues la Escritura dice: “Para que la multiforme sabiduría de Dios, sea ahora dada a conocer por medio de la Iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales, Conforme al propósito eterno, que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor…” Esto nos enseña que la iglesia verdaderamente tiene un propósito en el mundo, pero no lo descubriremos correctamente si no la identificamos tal y como Cristo quiso que se reconociera, con un nombre que la identificara, por su naturaleza y por su propósito.
Nuestro deber como cristianos en el mundo, no es dejarnos envolver por la lógica del mundo, sino más bien ver las cosas desde el punto de vista espiritual; si la IGLESIA como institución divina tuvo y tiene su origen en Dios. Que mejor que llamarla como Dios quiso darla a conocer. La Iglesia fue fundada por Cristo, Él murió por ella y al final de los tiempos volverá por ella.
Cuando Cristo preguntó ¿Quién era él? La respuesta Fue EL CRISTO. Y Entonces le dijo a Simón una bienaventuranza, porque lo que recibió fue conocimiento divino; Y Agregó: “Y yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre está roca edificaré MI IGLESIA”. Estas palabras por sí solas tienen gran poder, ya que la iglesia no está fundamentada en ningún hombre, sino en Cristo mismo; El Señor nunca dijo a Pedro edificaré tu iglesia. Si Cristo fundó, compró y dió todo por la iglesia, entonces la pregunta obligada que surge es ¡¡¿DE QUIÉN ES LA IGLESIA?!! La respuesta obvia es DE CRISTO, por lo tanto, todas las congregaciones que hablan de Dios para difundir su evangelio por todo el mundo, deberían llamarse y escribir su identificación como IGLESIA DE CRISTO no como una razón social más de una empresa humana sino identificándose con su dueño como al que pertenecen. Véase Efesios, 2:20; 1 Corintios, 6:20.
